Lo demás es historia: 35 años de Citroën XM
Recuerdo que cuando salió en Citroën XM estaba de vacaciones en Valencia ciudad y vi algunas publicidades de un coche que ya cumple 35 años. A finales de la década de los 80, Citroën buscaba poner al día una de sus innovaciones como la suspensión hidroneumática, aplicándole los frutos de la evolución de la electrónica y la informática que se estaba viviendo en aquellos años. Todo ello, en un automóvil que debía romper moldes en materia de diseño y configuración, como digno sucesor de los DS, SM y CX.
El resultado de estos trabajos fue el Citroën XM, un vehículo que aterrizó en el mercado como un auténtico Ovni, inaugurando un nuevo lenguaje estilístico, una nueva forma de entender el confort y las prestaciones y una apertura total a las ventajas y novedades que podía aportar la electrónica.
Con el lujo y la tecnología como bandera, el Citroën XM se convierte, como nuevo buque insignia de la marca, en todo un referente en materia de confort. La nueva suspensión Hidractiva toma el relevo de las últimas evoluciones de la hidroneumática, sumando a la ecuación la gestión electrónica de su comportamiento, ganando en comodidad y capacidad de reacción y aportando un nivel de seguridad activa inaudito.
En el apartado de motorizaciones, el Citroën XM siguió la estela de las prestaciones del SM, con un motor 3.0 V6, el primero en seguir esta estructura desde el motor Maserati del prestigioso gran turismo de la Citroën. Su versión de 24 válvulas desarrollaba una potencia máxima de 200 CV.
Desde el primer vistazo, el Citroën XM anunciaba una revolución en el mundo del automóvil. Su diseño, firmado por Bertone e inspirado directamente en el Citroën SM de los años 70, destacaba por su aerodinámica y sus líneas rectas y esbeltas y bien proporcionadas, que tuvieron su continuidad en varios modelos de la marca. Llama la atención su amplia superficie acristalada con sus 13 lunas contando parabrisas, ventanillas, portón, etc. su luminosidad no tiene nada que envidiar a la de la actual gama del Doble Chevrón. Su proceso de fabricación incluía un novedoso proceso de galvanización de la carrocería para resistir a la corrosión que podría existir con el paso del tiempo.
Por su parte, las formas y estructura de sus asientos y las ventajas de la suspensión hidractiva eran sólo la guinda de un habitáculo totalmente pensado para ofrecer el máximo nivel de confort y agrado de conducción. Incluso elementos como la guantera del copiloto podían abrirse desde su parte superior, para asegurar un acceso cómodo y rápido a su contenido (como los maleteros en los que sólo de abre la luneta trasera para acceder al maletero).
En el XM, la innovación también llegó a elementos como los faros. Incorporó los primeros grupos ópticos de superficie compleja en la historia del automóvil, algo que se ha convertido en totalmente habitual en nuestros días (aunque con tecnología LED) pero que supuso una auténtica revolución que permitió concentrar la luz en un área mucho menor, haciendo posible unas luces de sólo 70 mm de altura, adoptando una estética innovadora sin perder ni un ápice de eficacia.
En 1994, el Citroën XM cambió de generación. Más allá de un restyling y una actualización del interior, este modelo incorporó una tecnología innovadora llamada multiplexado. Con un salpicadero y un cuadro de instrumentos totalmente conectado a las funciones del automóvil a través de datos digitalizados, simplificó al máximo la arquitectura eléctrica y permitió, a través de una centralita informática, una gestión y una coordinación de los sistemas del vehículo que ha abierto las puertas a equipamientos y funcionalidades que resultaban inimaginables a mediados de los 90 y que se han incorporado, de serie, en los automóviles actuales (tecnología se llama).
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