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Lo demás es historia: Los Porsche de Jägermeister


Eckhard Schimpf colecciona los coches de carreras que ha conducido y aquellos que llevan, gracias a él, la conocida decoración naranja de Jägermeister. Su garaje es un auténtico viaje en el tiempo hacia épocas doradas de la competición.


No hay dos colecciones iguales, cada una cuenta su propia historia. Tampoco hay un solo propietario que pueda decir que la idea o la estructura de su colección, en su forma actual, había sido proyectada de tal manera desde el inicio. Para Eckhard Schimpf, "padre" e "inventor" de los ahora legendarios vehículos de carreras Jägermeister, Porsche fue una obsesión desde que era un niño. No obstante, y esto no es una contradicción, también ha tenido (y tiene) varios coches pertenecientes a otras marcas.


Sin embargo, las creaciones de Porsche forman el núcleo de su genial colección. Ocupando un lugar destacado figura el modelo que despertó su deseo de iniciarla, el origen de todo. Se trata de un Porsche 914/6, pero no uno cualquiera, claro: es el coche de carreras que Eckhard Schimpf adquirió en el concesionario Max Moritz de la ciudad alemana de Reutlingen, en 1972, y que él mismo pilotó en diversas competiciones durante al menos un par de años.


Pero el punto de inflexión tuvo lugar en enero de 1971, cuando todo dio un giro inesperado. El protagonista de estas líneas quería participar en el Rallye de Montecarlo y Porsche acababa de lanzar al mercado el 914/6, un coche que a Eckhard le parecía sumamente interesante por sus dimensiones compactas y su arquitectura de motor central. Así que se hizo con una unidad y empezó a competir en rallyes, eslalon y otras carreras. Con el coche prácticamente de serie, sin apenas modificaciones, corrió el Rallye de Montecarlo de 1971. Lamentablemente, llegó a su fin con un accidente en la mítica carretera de los Alpes Marítimos. Al año siguiente volvió a tomar la salida del Montecarlo y, de nuevo, terminó en una cuneta de aquellas reviradas carreteras alpinas.


Pero; ¿de dónde viene esa curiosa decoración en tonos naranjas con la inscripción de Jägermeister, tan famosa en el mundo de la competición? Resulta que el protagonista de esta historia necesitaba financiar sus andaduras en las carreras. Y para ello recurrió a su primo Günter Mast, el por entonces máximo responsable de la conocida firma del licor de hierbas que a tantos nos ha traído por el camino de la amargura "el día después", a quien pidió una contribución de 500 marcos para su participación en el rallye a cambio de incorporar la inscripción “Jägermeister” en su coche. Finalmente, su primo le dio no 500 sino 1.000 marcos para que pudiera dar rienda suelta a su afición por la competición. 


Lo que no se podían imaginar ni uno ni otro es que esta conversación sería el punto de partida del equipo Jägermeister Racing Team, que financiaría muchos coches y pilotos de primer nivel en las siguientes décadas. Todavía hoy, los vehículos de carreras de color naranja siguen estando entre los más populares del mundo.


Con el veneno de la competición corriendo por sus venas, Schimpf volvió en 1972 al mismo concesionario de Reutlingen para hacerse, esta vez, con un 914/6 GT. Por supuesto fue pintado con los colores de guerra de Jägermeister y durante un periodo de dos años obtuvo algunas victorias y otros buenos resultados en diversas carreras. Al 914 le siguió, en 1974, un 911 3.0 RSR, con el que disputó 84 pruebas y obtuvo 39 victorias entre los años 1974 y 1977.


Aunque Schimpf poco después se movió hacia otra marca con sede en Múnich, el equipo Jägermeister se mantuvo fiel a Porsche. Max Moritz y Kremer emplearon varios 934 y 935 en sus equipos; más adelante llegaron los 956 y 962, que fueron pilotados ​​por profesionales como Keke Rosberg, Jan Lammers, Hans-Joachim Stuck, Gerhard Berger, Thierry Boutsen, Roland Ratzenberger y Oscar Larrauri.


Todos estos coches citados, entre otros muchos, componen la extensa colección de Eckhard Schimpf. Una colección que también incluye cientos de posters y revistas Porsche, miles de fotografías, trofeos, cascos, coronas de laurel y paredes repletas de libros.



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