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Cómo se carga un coche


La movilidad del futuro avanza sobre ruedas eléctricas, eso está claro.
Una buena infraestructura de recarga es crucial para la popularización del coche eléctrico (algo que en España no es así). Y también lo es saber qué tipo de recarga es la más adecuada según las características de cada vehículo y el momento y lugar de la carga.


A la hora de hablar de recarga del vehículo eléctrico hay algunos conceptos relacionados con los tipos de cargadores, los conectores o los tiempos de carga, que pueden crear confusión y que los comerciales lo tiene claro, aunque es muy difícil de explicar, pero es mucho más sencillo de lo que parece cuando te familiarizas con su uso.


La carga de la batería de vehículos eléctricos e híbridos depende principalmente de dos factores: la capacidad de la batería del coche y la potencia del cargador disponible, y esto influye en los rangos de tiempo de carga. La capacidad de la batería es la cantidad de energía que ésta es capaz de almacenar, mientras que la potencia es la cantidad de energía eléctrica que el cargador puede suministrar al vehículo.


Si tenemos en casa un coche híbrido enchufable o un vehículo eléctrico pequeño podemos dejar el coche cargando por la noche en el garaje con un tipo de carga 2 o carga lenta. Con esta opción, el vehículo se conecta a la red eléctrica mediante un adaptador que garantiza la seguridad de la recarga y que está dotado de un enchufe doméstico. En este modo, (para una potencia de 3,6 kW) un híbrido tarda de media entre 3 y 4 horas en cargar de 0 al 100% de batería, y un eléctrico, unas 16 horas de media, dependiendo de la potencia contratada, el cable y de la capacidad de la batería.


Sin embargo, en el caso de que contemos con un vehículo 100% eléctrico o un híbrido enchufable, la opción más conveniente es el modo de carga tipo 3, también conocido como semirrápido. Este modo de carga requiere de un dispositivo o punto de carga de pared, coloquialmente conocido como Wallbox, que incorpora varios sistemas de protección necesarios para la seguridad de la instalación eléctrica y del vehículo. Este modo nos permite trabajar con potencias superiores en casa, y a su vez optimizar el tiempo.


Si estamos fuera de casa, los puntos de recarga de uso público que habitualmente encontraremos serán también de modo 3 o semirrápido, ya que es obligatorio que como mínimo sean de este nivel de recarga (otra movida es que funcionen, no estén estropeados o no hayan sufrido destrozos). Si no ha ocurrido nada de eso y, teniendo en cuenta que la potencia de estos puntos públicos es más elevada (en torno a 11 kW), de media el tiempo de carga será para un híbrido enchufable entre 30 minutos y 1 hora, mientras que para un 100% eléctrico cargarlo del 0 a 100% nos podría llevar entre 4 y 6 horas.


Optando por el modo 4 o superrápido, indicado únicamente para vehículos 100% eléctricos con alta autonomía, nos permite recargar como mínimo un 70% de la batería en poco más de 30 minutos (para una potencia de cargador de 100 kW), el tiempo justo para tomar algo o realizar la compra semanal, y el 100%, aproximadamente una hora.


La recarga en modo 4 se realiza en corriente continua, a diferencia de los modos anteriores, que se realizan en corriente alterna, lo que permite una carga más rápida ya que el vehículo no tiene que hacer conversiones. Son cargadores que, por su elevado precio y coste de instalación, ni han sido concebidos ni son recomendables para uso doméstico y, junto con el modo 3, son los que encontrará el usuario en centros comerciales, vía pública o centros de trabajo. Dentro de los cargadores modo 4 existen también los de carga ultrarrápida, especialmente pensados para las estaciones de uso público exteriores o electrolineras, donde podemos recargar el vehículo durante trayectos largos o situaciones en las que dispongamos de muy poco tiempo. Con este modo, que puede superar los 250 kW de potencia, un coche 100% eléctrico de media se cargaría en menos de 30 minutos.


Es importante destacar que cargador y vehículo se comunican continuamente durante la carga para no superar la potencia admisible por la batería, por lo que un vehículo que admite un máximo de 125 kW de potencia aunque se cargue en un cargador de 250 kW nunca superará la potencia de 125 kW y lo mismo ocurre a la inversa; aunque el vehículo pueda cargarse a 250 kW, si el cargador es de menor potencia nunca la superará.

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