Translate

Lo demás es historia: 75 años del Citroën 2CV


Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor y es cierto, ya que no se hacen coches duraderos como antes. En 1948, en el Salón del Automóvil de París, se esperaba la llegada de un nuevo modelo de Citroën. El runrún que venía escuchándose en el mundillo de los periodistas del motor y los aficionados apuntaba hacia un vehículo pequeño y práctico pensado para el campo. Por supuesto, con tracción delantera. Nadie pensaba en grandes alardes técnicos o estéticos como ocurrió con el impresionante DS "Tiburón".


La sorpresa fue impresionante cuando el Director General de Citroën y artífice de este nuevo concepto de movilidad, retiró el velo que ocultaba el nuevo modelo. 


El pliego de condiciones estaba pensado en el mundo rural, aunque algunos de sus puntos podrían valer para los actuales SUV. Cómo serían las cosas en aquel momento, el 2CV, debía ser capaz de transportar un cesto de huevos por un campo sembrado sin que se rompiera ninguno, además de 50 Kg de mercancías. Además, debía ser fácil de conducir por alguien sin experiencia al volante, tener bajos costes de mantenimiento y consumir, como máximo, 3 l/100Km. Por supuesto, debía tener también tracción delantera.


Se pensaron y probaron toda clase de innovaciones tecnológicas y de diseño. Así, se probaron brazos de suspensión de magnesio, puertas circulares o faros inspirados en las luciérnagas. El aligeramiento del vehículo era un auténtico "mantra" y también montaron el techo de tela, las ventanillas de mica y la carrocería de aluminio ondulado. Se rechazaban los prototipos que ofrecían demasiado confort y el único capricho se concedió en la tapicería.


Hubo comentarios para todos los gustos. Desde “horrible” “raro” o “espantoso” a “divertido” o “único”. La prensa, por su parte, no fue demasiado indulgente con su diseño. Sin embargo, ni crítica ni público tuvieron la oportunidad de quedarse de piedra con su motor, ya que como curiosidad, ninguna de las 3 unidades expuestas disponía de él.


La intriga se resolvió al año siguiente, cuando un 2CV enseñaba todos los secretos de su motor de 375 cm3 refrigerado por aire, con transmisión de 4 velocidades y 9 CV de potencia, que fue la curiosidad que impresionó a todo el mundo. 


El 2CV era un coche sencillo y estaba tan bien planteado y construido, que en su evolución no hubo cambios importantes. El motor ganó cilindrada y potencia, aunque se mantuvo siempre con un consumo muy bajo. Los frenos de disco en las ruedas delanteras no fueron necesarios hasta los años 80, debido a lo ligero que ha sido siempre el 2CV.


La mayoría de los materiales que se utilizaban en la construcción de 2CV, se usaron en su momento para fabricar diferentes objetos para combatir la II Guerra Mundial así que Francia era un país en reconstrucción, que aspiraba a un mayor bienestar, así que su lanzamiento comercial llegó en el momento oportuno. 


Estaba disponible, en un primer momento, exclusivamente en forma de compacto descapotable, y desde 1950 se ofrecía también en versión furgoneta. Se venderían más de 5 millones de unidades hasta el cese de su producción en el año 1990.


Más allá de su éxito comercial, que le convirtió en uno de los vehículos que motorizó el país, el Citroën 2CV tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la industria de automoción en España. En 1958, abría sus puertas, en la Zona Franca de Vigo, la fábrica de Citroën Hispania. 


La marca, presente en nuestra nación con vehículos importados desde 1924, apostaba por producir en España por el bajo coste de la mano de obra en su momento de postguerra (aquí aconteció la Guerra Civil), la situación geográfica de la ciudad y la posibilidad de conquistar un mercado emergente. Era tanta la influencia del 2CV que el primer modelo que salió de las líneas de montaje de “La Citroën” de Vigo fue el 2CV, en su versión furgoneta. Pronto seguirían su estela los 2CV turismo.


Las características de este modelo lo hicieron muy habitual en las carreteras de España. Durante décadas, el 2CV furgoneta fue el vehículo más habitual de organismos tan esenciales como Correos y Telégrafos y la Compañía Telefónica Nacional de España. Incluso la Guardia Civil y las unidades de Montaña del Ejército se hicieron con varias unidades del Citroën 2CV Sahara, un 4x4 antecesor de los SUV actuales. La peculiaridad de esta versión está en que para tener esa tracción total tan famosa tenía dos motores, uno para las ruedas delanteras y otro para las traseras.


El cine también se hizo eco del impacto del 2CV. En 1967 se estrenaba “Sor Citroën”, protagonizada por Gracita Morales, que fue un éxito de taquilla y fue un fiel reflejo de la presencia del Citroën 2CV y de la simpatía que despertaba en nuestro país, además de hacer hincapié en sus puntos fuertes.


Al igual que en Francia y en los demás países en los que se comercializó, miles de personas, que no necesitaban un coche tan económico, lo adoptaron porque se sintieron atraídos por su diseño, su filosofía y su sencillez, que permitía adaptarlo al gusto de cada uno. Se convirtió en sinónimo de libertad y de un estilo de vida alejado de las limitaciones del pasado.


Pasaron los años y el Citroën 2CV fue evolucionando. Si en los primeros años sólo se fabricaba en gris, después hubo una paleta extensa de colores. Las distintas series especiales, como el Spot, el Charleston o el Cocorico, le dieron un toque más de estilo.


Todo dentro de una estética que se mantuvo casi inmutable durante 42 años. Los cambios más notables en la carrocería fueron el sentido de apertura de las puertas en 1964 o la tercera ventanilla lateral de algunas versiones. Por lo demás, sólo añadiduras de equipamiento y cambios cosméticos en los faros, los paragolpes o la parrilla.


Tampoco entraba en el guion de los artífices del Citroën 2CV que su coche orientado al campo y al mundo campesino fura apto para realizar viajes o competir. Sin embargo, la gran aceptación social de este modelo y sus excepcionales características “off road”, lo hicieron el compañero ideal de aventureros con ganas de dar la vuelta al mundo por poco dinero o de pilotos con pocos recursos.


Organizados por la marca, se realizaron grandes raids como el París-Kabul-París de 1970 o el Raid África de 1973 (8.000 km a través del Sahara) en el que miles de jóvenes de varios países europeos, entre ellos España, pusieron a prueba su habilidad al volante, su pericia mecánica y su capacidad para adaptarse a las diferencias culturales.


Pese a sus prestaciones limitadas, el Citroën 2CV también tuvo una fuerte vertiente deportiva, con ejemplos como el campeonato 2CV Cross, que se sigue disputando actualmente en Francia. En España, se podía ver al 2CV (junto con el Mehari y el Dyane 6) en las carreras de Pop Cross.


Se mantuvo comercialmente sano durante los años 70 y 80, pero las reglamentaciones medioambientales y de seguridad fueron limitando sus ventas en cada vez más países. Además, su fabricación seguía siendo manual, por lo que su coste se disparaba frente a otros modelos de la época, en los que los robots tenían cada vez un papel más importante.


Tras el cierre de la fábrica de Levallois-Perret en los años 80, el Citroën 2CV pasa a fabricarse en Mangualde donde, a las 16 horas del 27 de junio de 1990 saldría el último de su estirpe, tras 41 años de vida comercial y más de 5 millones de unidades vendidas en todo el mundo. Era el punto final a una trayectoria única, que ha marcado la memoria de varias generaciones. Más que un símbolo, el 2CV fue una forma de vida. ¿Qué opináis?.

Comentarios

Entradas populares

Translate