25 años del Correo de Burgos

Esta semana pasada estuvimos en un evento que conmemoraba el aniversario del periódico con el que colaboro en la sección del motor. Bueno, colaboro cuando se puede, ya que me han facilitado mucho la tarea, pero por circunstancias internas o externas, no siempre puedo tener una cierta continuidad con ellos.

Pero como mantengo cierta relación con ellos, no podíamos faltar a un evento tan importante que reunió a lo más granado de nuestra ciudad y nuestra comunidad autónoma, además de que coincidía con el aniversario de un descubrimiento muy importante para la humanidad y que, nació en Burgos, como son las excavaciones de Atapuerca y sus descubrimientos.

Reunidas bastantes personalidades, como la actual alcaldesa de Burgos, un antiguo alcalde de la ciudad y que ahora es senador y el presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, además del director de las excavaciones de Atapuerca, el señor Carbonell, el director actual del Correo de Burgos, Ricardo García Ureta, la editora principal Adriana Ulibarri, "jefazos" de la Policía Nacional, de la Guardia Civil, amigos y colaboradores del diario (como yo); nos dimos cita en las instalaciones del Monasterio de San Juan, recientemente reformado.

Todos ellos dieron una gran charla reveladora (estamos en campaña europea, es lógico) y se lo llevaron a su terreno (el que sea). Sé que es políticamente incorrecto decir esto, pero lo siento ya que mi tendencia "apolítica" me hace decir estas cosas (lo mismo diría del otro "bando"). Pero es cierto que durante el evento, ya que coincidía con el aniversario de las excavaciones de Atapuerca, al señor Carbonell le dieron un premio en representación a todos los que han colaborado en el éxito de tal evento.

Sin lugar a dudas, fue un evento muy exitoso y muy bien organizado por parte del Correo de Burgos, ya que 25 años no se cumplen todos los días y desde aquí, no podemos dar nada más que felicitaciones y aplausos e instar a que una publicación tan importante, cumpla (lo menos) otros 25 años más.

Obviamente, la celebración culminó con un opíparo ágape del que pudimos disfrutar todos los asistentes y los presentes que pudieron intercambiar opiniones y hablar distendidamente sobre todo lo que habíamos vivido y escuchado.