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Lo demás es historia: 60 años del Mini Countryman


La fabricación de carrocerías ha sido durante mucho tiempo el dominio de los constructores de esta parte de los vehículos. Estos bastidores de madera artesanales conformaban la estructura tradicional de todos los vehículos antaño y el resto de los paneles metálicos y el cuero se fijaban al bastidor con una gran cantidad de pequeños clavos para crear la carrocería. Era fundamental contar con numerosas habilidades y conocimientos, y el proceso no podía acelerarse.


El cambio se produjo en Estados Unidos en la década de 1920 con la llegada de la soldadura en la fabricación de chapas metálicas. Este método no solo era mucho más fiable, sino también más rápido y desde ese momento, podemos afirmar que había llegado la carrocería fabricada íntegramente de acero. Sin embargo, los vehículos especiales y de gran tamaño siguieron construyéndose con madera y paneles algo que, seguramente, hayamos visto en las películas más de una vez. 


Naturalmente, entre estos se encontraban los primeros vehículos familiares, con el bastidor de madera expuesto que ofrecía un atractivo contraste con sus paneles metálicos pintados, y pronto la técnica se convirtió no solo en una necesidad práctica, sino también en un signo de estilo y lujo. Nació el llamado "Woody".


En este lado del globo, en 1959, Sir Alec Issigonis desarrolló un coche pequeño que ha servido de modelo para una serie de modernos sucesores. Con su tracción delantera y su motor montado transversalmente, el Mini fue revolucionario. Y, al igual que ocurrió con el exitoso Morris Minor, era natural que le siguiera una práctica versión familiar. 


El Austin Seven Countryman y el Morris Mini Traveller, llegaron al mercado en 1960. Por supuesto, los puntales de madera del pilar central y de la sección trasera del bastidor son solo para decoración. Sin embargo, para los compradores de mentalidad conservadora, sobre todo en la Gran Bretaña que tanto amaba la tradición, la madera evocaba las técnicas de construcción que siempre habían asociado a los prácticos vehículos familiares.


Para exportarlo a otros países, se abandonó la madera y se ofreció una versión sin apenas adornos como opción en Gran Bretaña. El contexto del acabado de madera no era evidente más allá de las costas Británicas y resultó difícil de explicar a los compradores ya que, al fin y al cabo, no tenía ninguna función más allá de despertar emociones en quienes lo veían.


Cuando fueron lanzados, el Austin Seven Countryman y el Morris Mini Traveller entregaban 34 CV con su motor de 848 cc, pero a partir de 1967, estas cifras aumentaron hasta 38 CV y 998 cc, más que suficientes para un coche cuyo peso en vacío era de tan solo 674/660 kg y su longitud, de unos 3,30 m. Este Mini, más práctico, siempre ha ofrecido un nivel de equipamiento amplio y de "lujo". Desde 1961, a los compradores británicos se les ofreció la versión más simple sin adornos de madera, que costaba 19 libras menos.


La producción de este atractivo vehículo familiar de pequeño tamaño terminó en 1969 con unas 207.000 unidades vendidas. Su sucesor fue el Mini Clubman Estate, que presentaba un nuevo aspecto de corte ligeramente cuadrado. En este modelo, la madera real fue reemplazada por una película de plástico adhesiva que imitaba la madera tan amada por los estadounidenses en ese momento, una tendencia que duró hasta bien entrados los 80.


Este aniversario nos sirve para conocer el porqué de una estructura tan llamativa en un vehículo como el Mini y también, ayuda a explicar por qué los vehículos familiares Mini con chapa de madera siguen despertando emociones en la actualidad.



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